Una buena hidratación es indispensable en cualquier época del año y a cualquier edad. Pero esta necesidad, se acentúa, si hablamos de sectores en la población en situación de riesgo, como los niños y las personas mayores. En estos últimos, pueden darse situaciones de mayor deterioro físico y psíquico, así como una mayor incidencia de morbilidad y mortalidad. Y es que, la hidratación, junto con una buena alimentación y una moderada actividad física, son sinónimos de calidad de vida y de salud.
El problema reside principalmente según estudios, que la realidad, se separa de estos ideales teóricos. Es habitual encontrar que las personas no conocen qué tipo de bebidas deben beber y, en muchas ocasiones, ni siquiera recuerdan lo que han bebido. Además, se desconoce cuáles son las cantidades recomendables para una buena hidratación, estando muy por debajo de lo recomendable, las cantidades de líquido ingerido por la población en general.
Estos problemas, se agravan cuando hablamos de las personas mayores, ya que, por un lado, su percepción de sed es menor, y además, tienen una menor cantidad de agua en su cuerpo, sin olvidar la reducción de las funciones renales debido a la edad. Si a esto, se le añade, la disminución de actividad física que suele ir aparejada, la tendencia es a un menor gasto energético y, por lo tanto, mayores riesgos de padecer cierto tipo de enfermedades y de obesidad.
Pero no sólo las personas mayores acusan estos problemas de hidratación, los niños y los adolescentes no consumen los líquidos necesarios para su edad, además de reducirse más estos datos en aquellos con vidas más sedentarias. Por eso, es importante promover la actividad física desde que los niños son pequeños, e inculcar unos buenos hábitos, no sólo de alimentación, sino también sobre la hidratación.