Como todos deben saber, o no, existen dos tipos principales de harinas hoy en dia, que podemos consumir. Por un lado está la harina de tipo blanca y por el otro lado está la conocida como harina integral. Se sabe que ésta última fue desde siempre uno de los alimentos básicos de la humanidad, puesto que el pan realizado a partir de harina blanca, nace con la era de la industrialización.
Básicamente hay que aprender que la harina integral siempre es mucho mejor que la otra, puesto que contiene minerales como el calcio, el magnesio, el hierro, potasio y fibra, además de importantes vitaminas como la B1, B2, B6, E, K, y gran número de minerales como el potasio, el fósforo, el calcio, etc. Otra de las propiedades que contiene son el almidón y los hidratos de carbono.
Es un error confundir el pan de salvado, con el pan integral, puesto que el primero no es más que pan blanco con el aditivo de la cáscara, pero no posee el germen de trigo que tiene el pan integral (este está realizado a partir de la molienda del grano entero, con la cascara, el germen y la parte interna). No es por nada que el pan integral está dentro de lo alto de la Pirámide nutricional.
El pan integral se realiza con la fermentación de una levadura madre, y es por esto que tiene un color característico y un sabor único. Su textura se presenta mucho más compacta que el resto de los panes. Lo malo de no consumir este tipo de pan, es que los actuales panes blancos contienen hidratos de carbono con proteínas totalmente incompletas, mientras que el pande harina integral funciona a la perfección cuando se quiere comenzar un plan de nutrición, mejorar el hábito nutricional y empezar tratamientos de salud.